Alonso de Villegas y su Flos sanctorum
27, febrero, 2014
Un curioso copyright del siglo XVI
Alonso de Villegas y su Flos sanctorum
Veinte años después de que viera la luz su obra de juventud, de la que luego abominaría, el toledano Alonso de Villegas (1534-ca. 1615), comienza a publicar la que será la obra de su vida y un best seller de finales del siglo xvi y comienzos del xvii –con prolongación hasta bien entrado el siglo xviii–: la serie de vidas de santos conocida como Flos sanctorum, que se desplegará a lo largo de seis voluminosas partes y numerosas ediciones[1].
Para hacerse una idea de su éxito editorial basta navegar por el Catálogo colectivo de patrimonio bibliográfico o, mejor aún, por las nueve páginas que le dedica Palau (XXVII, 252-261), con algunas anotaciones que permiten valorar mejor esta obra[2].
En 1578 ve la luz en Toledo su primera parte y la sexta y última en Madrid en 1603, que son los años no solamente de la edición, sino también de la escritura del texto, como el autor nos va indicando al final de varias de sus partes[3]. Con sus 69 ediciones recogidas por Palau –cifra con seguridad revisable pero que sirve a nuestro propósito–, «Villegas acaba con las ediciones sin nombre de autor o compilador en el título [se refiere a las numerosas ediciones anteriores con ese título de Flos sanctorum] y con el padre Pedro de Ribadeneira monopolizará dicho título en lo sucesivo» (Palau, XXVII, 253b).
Semejante éxito fue acompañado de sinsabores, pues conforme mandaba a las prensas sus diferentes partes, veía el autor aparecer inmediatamente en el mercado ediciones no autorizadas, normalmente en Barcelona y Zaragoza. Siendo el autor de Toledo y siendo esta la ciudad en la que se imprimen las primeras ediciones de las tres primeras partes, parece que sean las toledanas las que Villegas va controlando[4].
El estricto cumplimiento de la legalidad por parte de Villegas podemos verlo ejemplificado en la edición de la cuarta parte, impresa en Cuenca en 1599. Aunque en el vuelto de la portada encontramos una tasa fechada en 1589 –lo cual podría hacer pensar en el aprovechamiento de preliminares legales anteriores–, unas páginas más adelante encontramos una suma del privilegio, concedido al autor, por el que sabemos que el privilegio original había caducado –concedido en 1588, por diez años–, y que se renueva en julio de 1598, para esta nueva edición, con una duración de seis años. Así mismo hay unas erratas fechadas en 1599 y una mención de la tasa para esta nueva edición. Asimismo, escarmentado de tanta piratería, en la última parte, la publicada en 1603, decide pedir privilegio para Aragón.
También en cuanto al contenido tenía Villegas su contencioso, según las palabras finales del prólogo al lector en su última parte de 1603, donde se lamenta de haber visto «en autores que tratan de las materias que yo trato, y salen ahora a luz cosas, que ha veinte y treinta años que las prediqué, y andan en papeles míos». Si, como él mismo ha hecho, esos autores hubieran citado la fuente de sus textos, «reconociendo el dueño […], tuviéralo por merced y favor, en que quisiesen servirse y aprovecharse de ellos».
Merecería la pena establecer bien la cronología de las ediciones y analizar su contenido –pues en algunas partes añade materiales en las sucesivas ediciones–, pero no es lo que aquí nos proponemos. Baste esta breve introducción para mostrar lo que era nuestro principal objetivo.
Harto pues de ver cómo se sucedían las ediciones no autorizadas, Villegas recurrió a un artístico recurso para autentificar las verdaderas. No tenemos a nuestra disposición las primeras ediciones toledanas; sin embargo, si nos fiamos de Palau, podría ser a partir de la edición de Toledo 1589, cuando el autor decidió dar este estético paso. Señala el bibliógrafo en nota a esta edición que «el autor denuncia ediciones fraudulentas de la primera parte» (nº 369126).
Lo cierto es que, en cierto momento, para dar autoridad a sus ediciones, el autor decidió añadir un retrato suyo, realizado por el grabador Pedro Ángel (activo en Toledo entre 1584-1618), debajo del cual puso la siguiente nota (modernizamos la grafía)[5]:
Al lector
Por haberse impreso (cristiano lector) diversas veces sin orden mía las partes de Flossanctorum que yo he compuesto, y las impresiones de ellos han salido con muchos errores, algunos de los cuales son pretendidos de industria por personas que, siguiendo sus particulares pareceres, dicen otro de lo que yo digo, y tengo bien averiguado, por obviar este daño, di lugar a que el muy diligente en su arte de platero Pedro Ángel hiciese este retrato, que es como firma mía, y así donde estuviere se entenderá que la impresión se hizo por orden mía, y por lo mismo irá mejor correcta. Y por el contrario digo que cualquiera de las partes del Flossanctorum donde no se hallare este mismo, sino otro contrahecho por él, que no se tenga por mía, antes debería evitarse como sospechosa. Vale.
[1] Esa primera obra, cuyos ejemplares –según Palau– el autor se dedicó a recoger y destruir, lleva por título Comedia llamada Selvagia, en que se introducen los amores de un caballero llamado Selvago con una ilustre dama llamada Isabela, efectuados por Dolosina alcahueta famosa, que como bien se ve pertenecería al género celestinesco.
Para las ediciones de Villegas conservadas en la biblioteca de la Universidad, pinche aquí.
[2] Palau y Dulcet, Antonio, Manual del librero hispano americano: bibliografía general española e hispanoamericana desde la invención de la imprenta hasta nuestros tiempos con el valor comercial de los impresos descritos, Barcelona: Librería anticuaria de A. Palau, 1948-1977.
[3] La sexta parte lleva por título, Vitoria y triunfo de Iesu Christo, y libro en que se escriuen los hechos y milagros que hizo en el mundo éste Señor Dios nuestro, pero la misma portada aclara que Es sexta parte de sus obras..., quedando fijada la vinculación con toda la serie en el privilegio: «vn libro que se intitulaua Vitoria y triunfo de Iesu Christo, y sexta parte del Flos sanctorum».
[4] A partir de la cuarta parte, parece que las ediciones autorizadas serían las de Madrid-Cuenca y, finalmente, Madrid para la última.
[5] Ha llamado la atención este aviso al lector a varios estudiosos del género hagiográfico en España. Por ejemplo: la edición digital a cargo de José Aragüés Aldaz de «Fructus Sanctorum y Quinta Parte del Flos Sanctorum (1594), de Alonso de Villegas», Revista Lemir nº 2 (1998); Helena Carvajal González y Silvia González-Sarasa Hernáez, «Los Flos sanctorum: la impronta de la tradición manuscrita en la evolución de un producto editorial», en Natalia Fernández Rodríguez y María Fernández Ferreiro (eds.), Literatura medieval y renacentista en España: líneas y pautas, [Salamanca]: Sociedad de Estudios Medievales y Renacentistas, 2012, 433-442.